

Raquel Antúnez es una escritora que reside en Gran Canarias con su familia, que son su motor para seguir con su pasión. Durante muchos años ejerció su profesión como administrativa. Hasta 2019 que decidió formarse como correctora profesional y desde entonces trabaja en su propio negocio que compagina con su pasión por las letras. Ella misma asegura que escribir es una necesidad para ella, tanto como respirar. No es consciente del momento en el que comenzó a escribir y es porque, siempre le ha acompañado.
Sus recuerdos están ligados a las letras, los libros… siempre acompañada de sus cuadernos, sus notas, archivos de ordenador en los que se explayaba. Actualmente cuenta con once historias a sus espaldas. Por mi parte hace poco que di con ella, la incluí en mi lista de autoras que descubrir, y la portada de su última novela me ha cautivado tanto que no he dudado en comenzar por ella. Aunque ya os aseguro que me está gustando tanto que va a ser la primera de muchas.
Si te apetece descubrir la pluma de esta autora puedes encontrarla en redes como @rqantunez. Donde no solo puedes estar al día de las novedades de sus historias, sino que podrás pedirle tus ejemplares que Raquel te hará llegar con todo su cariño. Ahora os dejo con la información de sus novelas.

Las tarántulas venenosas no siempre devoran a los dioses griegos
Gea ha decidido que por el momento ya le han tomado el pelo lo suficiente como para no querer saber nada de hombres, después de que el cuernífero de su ex novio se fue con aquella cómo-se-llame. Un reencuentro con alguien que no esperaba volver a ver da un vuelco a todos sus planes y pone su vida patas arriba. La fantasía de nuestra protagonista vuela, pero su corazón está cerrado a cal y canto. ¿Cómo podrá solucionarlo Héctor?

Redes de Raquel Antúnez
Mertixell y Ariadna, dos amigas y periodistas de un importante periódico, se ven envueltas en la investigación policial del asesino en serie más buscado de los últimos tiempos. San Antonio y Santa Catalina son dos ciudades unidas por una serie de sucesos que harán temblar a todo el país, donde ambas compañeras —tan diferentes entre sí— trabajarán en equipo con la policía y serán claves para armar las piezas de un macabro puzle que deparará en una conclusión inesperada.
Y si, además de la tensión que viven en esos momentos, le sumamos que la vida privada de ambas se ve completamente patas arriba y que tienen que lidiar con sentimientos encontrados, nuevos, inapropiados, explosivos… —lo cual no es suficiente para frenar sus impulsos—, la cosa se complica un poco más. ¿Conseguirán atrapar al Asesino del Mordisco?

A otra con ese cuento
Me llamo Lucía y tengo dos cosas muy claras: la primera, que las apariencias engañan y, la segunda, que los príncipes azules no existen. Vamos, que no voy a volver a fiarme de un tío jamás en la vida. ¡¡Que se vayan con cuentos a otra!! Ya no solo es que me hayan dejado tirada como una colilla, espachurrada y con la autoestima a la altura del betún —dejadme que me autocompadezca un poquito, snif, snif—, sino que además mi madre, que es sabia como todas las madres, tiene más razón que un santo cuando dice que las cosas malas nunca vienen solas.
Se me ha venido el mundo encima, casi casi literal. Menos mal que tengo a Silvia y a Carol porque, si no, no sé qué sería de mí. Para colmo de males, ahora no solo me han trasladado a un infierno de oficina con un demonio de jefa que me hace la vida imposible, es que encima ha aparecido ÉL, el puñetero psicópata que me acosa a todas horas, Marcos, que sí, es guapo a rabiar, pero mira que es pesadito. En fin…, ¿quieres saber cómo me las apaño para salir de esta? Pues siéntate, que te lo cuento.

Besos sabor a café de Raquel Antúnez
Apareció en mi vida y se metió en mi mente, lo revolucionó todo y se coló hasta en mis sueños más húmedos… y grité, grité interiormente porque quería que me salvara, pero con los pies en el suelo tuve la certeza de que solo yo podía rescatarme. Un día más me atavié mi ropa cómoda, subí el volumen de mi Spotify a tope y salí a correr.
Allí estaba, como cada mañana, mirando en todas direcciones junto a su perro mientras comprueba, de cuando en cuando, la hora en su reloj y al verme, sonríe y disimula que me estaba esperando. Tal como yo disimulo mi corazón agitado y mis ganas de acercarme a él y no soy capaz de hacer otra cosa que seguir de largo notando como mi ropa interior se humedece…

Te encontraré de Raquel Antúnez
Dicté sentencia, una con la que no estaba de acuerdo, una contra la que llevaba luchando cuatro años de mi vida, una vida que hasta el momento creía perfecta, junto a mi marido, Isidro, con un prestigioso puesto de trabajo como jueza de lo penal y de repente, tras plasmar mi firma en aquel documento, supe que mi existencia se había derrumbado por completo. Necesitaba un descanso, alejarme de todo; trabajo y matrimonio incluidos. Y, después de solicitar una excedencia, me trasladé al pueblo donde me crie, en Costamata de Gradec, para volver junto a mi familia y amigos.
Sin embargo, lejos de hallar toda la paz y tranquilidad que necesitaba para recuperarme del duro golpe, tuve que enfrentarme a la desaparición de Irache, mi ahijada. Me planté frente al inspector Samuel Farias, hermano de mi mejor amiga de la infancia, dejándole claro que no pensaba quedarme de brazos cruzados, el cual me permitió inmiscuirme en el caso y colaborar en la investigación. La encontraría, al precio que fuera, con su apoyo o sin él.

Tropezando en el amor de Raquel Antúnez
Me llamo Vero, alias, Besapiedras, porque llevo mucho tiempo, demasiado, tropezando en la misma puñetera piedra en el camino; él, mi perdición. Es sexi, encantador, guapo…, pero también es ilógico, egocéntrico, egoísta y un encantador de serpientes, vamos, lo tiene todo, pero yo, que soy tonta o yo qué sé —básicamente, que estoy enamorada hasta las trancas—, no soy capaz de ponerle fin a esta tortura.
Dicen que la vida pone las cosas en su lugar o igual es el karma, el destino o lo que sea, yo no sé quién lo puso a él o si simplemente también me lo tropecé, ni idea, por no saber no sé ni quién es, pero, madre del amor hermoso, de pronto he abierto los ojos, he mirado a mi lado y ahí está, por lo que atisbo a ver bajo ese minúsculo trozo de sábana que apenas le cubre digo…
¡Compro!, quiero decir, ¡me lo quedo! ¿Me lo puedo quedar? En fin… ¿Cuántas veces has tropezado en la misma piedra? ¿Y en el mismo amor? ¿Cuántas veces te has empeñado en que él o ella es la persona de tu vida cuando en el fondo sabes que no es más que un lastre?

Amor, sexo y otras movidas
Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor… ¿Qué? Perdona, empecemos de nuevo. Tres cosas hay en la vida: amor, sexo y otras movidas y te explico por qué:¿Qué pasa cuando esas pequeñas y condenadas mariposas al ver a ese chico que te gusta aparecen? Seguro, seguro, que te sacan una sonrisa de lela. ¿Y cuando has culminado esa noche de pasión en diferentes posturas, posiciones y lugares? —Sí, justamente me refiero a eso: arriba, abajo, de lado, de pie… ¡Vale! ¡Vale! Ya paro, que nos ponemos todas… contentillas—.
Pues lo que sucede es que también te quedas con cara de mema —y que quieres repetir, obvio—. ¿Y a qué me refiero con otras movidas? Pues a todas esas que trae el amor, el sexo y las relaciones personales, porque… ¿crees que es oro todo lo que reluce? Amor, amistad, familia, locuras, risas, muchas risas y sexo de ese que tanto nos gusta, ¿te atreves? Luego me cuentas con qué cara te quedas…

Tus increíbles besos de albaricoque
—Me llamo Diana, debo reconocer que estoy un pelín tarada y que soy una persona directa, descarada y con un carácter de princesa —no, es mentira, a veces soy peor que un horco—. Solo contemplo una forma de vivir: sin lamentaciones y a por todas. Soy adicta a la Coca Cola y no creo en el amor. Soy todo virtudes, ya lo sé… —Me llamo Fernando, soy un tipo sencillo e independiente, con una rutina estable: trabajar, comer, dormir, cervezas con amigos, ligues de fines de semana y vuelta a empezar —simple, como yo—.
Tras un improvisado viaje a Barcelona me crucé con la loca del moño. La tía más rara, cruel, bruta y radical que hubiera conocido nunca… ¿Qué tienen en común ambos? A Adriana. Tras un año disfrutando de los besos sabor a café, Carlos le prepara una sorpresa, en la que todos sus amigos y familiares participarán y… ¿Qué pasará con estos dos? ¿Lograrán limar asperezas después de un caótico encuentro? ¿Qué ocurre cuando las cosas en las que no creen comienzan a suceder? ¿Qué es esa sensación en el estómago? ¿Les habrá sentado mal la cena o es que han saltado chispas?

No me soples el diente de león
Me llamo Arinegua y estoy hecha un lío porque me gusta, pero no me gusta, o sí me gusta… Vamos… ¡Que no tengo ni idea! Menudo caos, y mientras, mi amiga Mayra se parte de risa en mi cara, ya me vengaré, ya…, menos mal que también tengo a Sabrina. Necesito centrarme. Veamos… Me gusta el pan, eso sí lo tengo claro, y a ÉL le gusta mi diente de león y eso es todo lo que sé. ¿Te he dicho ya que estoy hecha un lío? Por suerte, ahora me mudaré de ciudad, ¡acaban de admitirme en el trabajo de mi vida!
Viviré con mi amiga (la que no se ríe de mí) y conoceré a Gus, ¿que quién es Gus? ¡Si yo te contara! Y así ando ahora mismo… con la vida patas arriba: un panadero que me saca de quicio, dos amigas que a veces me comería y otras las mataría, mi nuevo compañero de trabajo, mi familia, la niña misteriosa y mi diente de león… ¿Qué más necesitas para conocerme?

Totalmente imperfectos de Raquel Antúnez
Me llamo Martina, ¿a qué me dedico?, te preguntarás… No lo tengo claro. Solo sé que hace dos años odiaba mi puñetera vida, mi trabajo, a mis compañeros… Y, simplemente, ¡cambié de vida! Belle Extreme apareció como el espejismo de un lago en el desierto, pero sin ser espejismo, ni lago… Vamos, que era una tienda de moda talla XXL y Maca, mi jefa, me vio y se enamoró de mis curvas. Un compendio perfecto con el que surgió lo que viene siendo mi puesto de trabajo.
Unos dicen que soy un maniquí andante, otros que soy comercial, otros que obviamente soy modelo y los hay que dicen que soy influencer. Ni puñetera idea, algo de eso debe de ser.Dos años después de aquel flechazo, digamos que las cosas se me empezaron a torcer un poco. Y mis mejores amigas lo pusieron a él en mi camino. A Ángel. Al jodido demonio ese que me llevaba por la calle de la amargura y que se había propuesto enderezar mi vida por todos los medios —o mandarla a la mierda, no lo tengo claro—
Y fue cuando empecé a odiar muchas cosas o, como me obliga a decir mi amiga Carol, empecé a «cucaracha» muchas cosas. Ya, sí, lo sé, no entiendes un carajo… Pues, chica —o chico, que aquí son todos bienvenidos—, prepárate, porque te lo voy a contar.

Treinta días para salvarte el culo
«Cien páginas, treinta días». Ese fue el mensaje que comenzó con mi pesadilla. Lo veía venir, mi vida a tomar por saco. ¿Cien páginas en treinta días cuando llevaba un año en el que el ordenador apenas lo encendía para buscar webs con las que paj…, bueno, para buscar webs que no tenían que ver con el maravilloso arte de escribir? ¿Y qué demonios le había pasado a Bárbara, que de pronto parecía poseída por el demonio? ¿Alguien me lo podía explicar? Las mierdas de una en una, por favor.
Menos mal que apareció Valentina, Santa Valentina. Ya veréis, ya. ¿Santa Valentina? Sí, santa yo y santa mi paciencia, con todo lo que he tenido que aguantar. Madre mía, no he visto yo hombre más desastroso en la vida que el reputado escritor Alessander Boneta, pero aquí, entre tú y yo, bueno está un rato y, aunque me costó descubrirlo, tiene buen fondo. Cuando vi aquel anuncio que rezaba: «Se busca ghostwriter», nunca imaginé cuánto iba a cambiar mi vida, nuestra vida. ¿Te lo contamos?
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